Valla de acceso al renovado pueblo de Gardaláin.
Camino que sale desde Moriones hacia Gardaláin.
Vista de Gardaláin. Al fondo, la antigua iglesia habilitada ahora como vivienda común. Por delante, una de las viviendas particulares actualmente en construcción.
Un gallo y varias gallinas con la torre de la antigua iglesia al fondo, separada de estos animales por las ruinas de diversos edificios.
Una de las primeras viviendas particulares del nuevo Gardaláin. Todavía en proceso, en la imagen se puede apreciar lo que quedaba de edificio (parte de abajo) antes de la reconstrucción.
Pequeña caseta de piedra y teja que es utilizada como gallinero.
Polux, uno de los nuevos habitantes felinos de Gardaláin.
El antiguo pozo de la localidad hoy también está rehabilitado con un uso más estético que antaño.
A día de hoy, en los edificios de Gardaláin se pueden apreciar apariencias dispares: las ruinas, con apenas unos pocos muros de piedra en pie, de las antiguas viviendas de la localidad; las casas en construcción, aprovechando las bases antiguas pero con alzados nuevos; y el edificio ya concluido (en la imagen al fondo), respetando eso sí la arquitectura preexistente al proyecto de rehabilitación.
Una especie de bungalow que sirve de vivienda circunstancial en las temporadas más cálidas. Algo apartado del resto de edificaciones de Gardaláin, se sitúa casi escondido entre los árboles.
Interior del bungalow, con la cama protegida por una tela para repeler insectos y suciedad.
Una de las “calles” de Gardaláin, baja desde la plaza de la antigua iglesia presentando este pintoresco aspecto entre piedras y musgo. A la derecha, pequeño cobertizo que sirve como almacén y taller para actividades como la soldadura.
Vista en contrapicado de la torre de la vivienda común de Gardaláin. Está construida sobre la antigua iglesia de San Vicente, que no obstante no contaba con esta torre.
Vista de una casa particular desde la plaza de la antigua iglesia.
Una de las calles, flanqueada por muros de antiguas casas, desemboca en una escalinata que sube hasta la vieja iglesia.
La antigua iglesia de San Vicente, reconstruida como vivienda común, se ha convertido, no solo en el centro neurálgico del nuevo Gardaláin, sino también en su seña de identidad.
Troncos de leña apilados para afrontar un invierno que en la sierra de Izco es frío y largo.
La afición por esculpir la piedra ha llevado a alguno de los jóvenes que participan en este proyecto a trabajar los dinteles de las ventanas e incluso alguna gárgola para el desagüe de las lluvias.
La vegetación todavía trepa por la cara norte de la antigua iglesia.
Otra de las futuras viviendas particulares.
Árboles, piedras y arbustos se entremezclan esbozando la apariencia de este paraje, aspecto que se repite por los distintos despoblados de Ezprogui.
Todavía quedan caballos salvajes por la Vizcaya. En la imagen, un bebedero junto a Gardaláin.
Los tejados de la antigua iglesia sobresalen entre la tupida vegetación, que se prolonga de manera ilimitada en el paisaje a través de la sierra que se observa al fondo.
Subiendo la ladera detrás de la antigua iglesia, se sitúa este otro edificio, uno de los que mejor estado conservaban en 2010, y que está proyectado para convertirse en una vivienda particular.
Pequeña fuente que recoge el agua que baja desde las zonas más elevadas de la sierra.
Pequeño granero para cebollas y otros alimentos.
Junto a la ventana de la cocina, un bodegón de diversas frutas recibe los últimos haces de luz de un día otoñal.
Huerta vallada que se sitúa en la parte norte de Gardaláin.
Vista desde el norte del pueblo.
Una de las fachadas de la casa común, habilitada además como rocódromo.
Una antigua silla de mimbre parece observar el transcurso del tiempo en un pueblo que parecía tener acabada su existencia y que sin embargo ha vuelto a revivir contrarrestando el avance que la maleza y las zarzas habían realizado las últimas décadas.
A través de unas puertas al más puro estilo oeste americano y bajo un cuidado arco adovelado se accede a este original baño situado en la planta baja de la vivienda común.
Vista general de la planta baja de lo que en su día fue la iglesia de San Vicente de Gardaláin. compuesta por un salón con chimenea, una barra desde la que se accede a la cocina (en la parte baja de la torre), un baño y, por último, un cuarto de estar con sofás y proyector que queda detrás de la posición de la cámara en esta fotografía.
Escaleras de piedra en su primer tramo y de madera en el segundo que comunican la planta baja de la vivienda común con su primer piso.
Vista de Gardaláin desde una de las ventanas de la torre.
Techo de madera construido completamente por los jóvenes del proyecto de rehabilitación de Gardaláin.
Habitación de la vivienda común con varias camas y un pequeño rosetón, de vidrios policromados, a modo de ventana.
Habitación de la vivienda común de Gardaláin.
Cementerio de Gardaláin que, a unos doscientos metros ladera abajo del pueblo, está delimitado por cuatro muros de piedra bien conservados y que forman un pequeño cuadrado por el que están repartidas menos de diez lápidas visibles.
Imagen cenital de Gardaláin, con la Vizcaya y el valle de Aibar al fondo, tomada desde lo alto de la torre de la antigua iglesia.
Vista desde lo alto de la torre de Gardaláin hacia la sierra de Izco que sigue ascendiendo a espaldas del pueblo.
Tejado de la vivienda común, que contiene placas solares.
La parte superior de lo que fue la cabecera de la antigua iglesia es de las pocas estructuras verticales que se mantienen intactas. Junto al extenso bosque de pinos que la rodea, parecen inmunes al paso del tiempo.
Vista de los bosques, colinas y barrancos de la Vizcaya, que a principios de noviembre todavía conservan sus tonos verdes.
El atardecer cae sobre Gardaláin y deja llamativos contrastes de luz y color que proyectan sobre el cielo las oscuras siluetas de las ruinas del pueblo.
La parte frontal de la antigua iglesia de San Vicente fue una de las pocas infraestructuras que los jóvenes del proyecto de rehabilitación de Gardaláin pudieron dar total uso para la reconstrucción.
Las ovejas también tienen cabida en el nuevo proyecto de vida de Gardaláin.
Lo que podría confundirse con un pueblo decadente que va quedando en ruinas y tan solo queda su iglesia en pie es todo lo contrario: una vivienda erigida de la nada y que va extendiendo a su alrededor nuevas infraestructuras a partir de los restos de un pueblo caído y que vuelve a renacer.
Si tienes fotografías o material audiovisual de Gardaláin puedes enviarlo a la siguiente dirección de correo electrónico:
Muy guapo el reportaje. Seguid así. Lo estais dejando de lujo
ResponderEliminarVolver a dar vida al pueblo gran proyecto, las vista un lujazo
ResponderEliminarAupa zuek! Zorionak!
ResponderEliminarUn saludo desde Izagaondoa, muy currado todo el proyecto. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.